27 de mayo de 2009

No Habra Ninguna Igual......

Corrían los años 20, la voz de José Razzano se deterioraba día a día, a tal punto que peligraba la continuidad del dúo, unos nódulos en sus cuerdas vocales lo mantenían marginado del canto, los que les fueron extirpados, dando por superado el mal trance al menos por el momento. En tanto Carlitos seguía cumpliendo con los compromisos contraídos oportunamente. Prosiguió sus presentaciones en el teatro Empire, contratando a un cantor- por sugerencia de su guitarrista Ricardo- a Juan Raggi quien en ese breve plazo formo dúo con Gardel, no habiendo registros vocales de esas actuaciones. En esos días entre una cosa y otra conoció a Isabel del Valle.

Isabel Martínez de Valle era apenas una adolescente por ese entonces, Nacida el 16 de marzo de 1907 en el barrio de Constitución, es decir contaba con apenas 13 años, o sea 17 años menor que Gardel. Isabel vivía con su madre Amparo del Valle y sus hermanos. Curso la escuela primaria en un colegio religioso de la Orden de Don Bosco, el Santa Catalina, ubicado en la calle Brasil entre Tacuarí y Piedras, a pocas cuadras del Parque Lezama, esto se debía a que su padre se desempeñaba como jefe de una sección del Ferrocarril Sud, lo que hoy conocemos como el Roca. Cuando el padre fallece, Isabel contaba con apenas seis años, quedando su famita en una situación delicada, por cuanto deben trasladarse a un domicilio mas céntrico, precisamente a la calle Sarmiento, casi esquina Pellegrini. Para poder subsistir, los Martínez pusieron en alquiler los cuartos de la casa que habitaban.

Por esa época Gardel fue cuando la conoció. Una mañana, Carlos iba a bordo de un automóvil, en compañía de un tal Martínez, que era una especie de secretario de unos de los hermanos de Isabel. Gardel, al ver a la muchacha, le pregunto a su acompañante:

--Che, viejo, ¿esta papusa quien es?

--Es mi parienta—contesto el otro—No sabes, la madre hace un arroz a la valenciana riquísimo.

--Bueno yo voy a venir a comer—respondió Gardel.

--No, usted no viene nada—intervino Isabel, alarmada ante tanta desfachatez del cantor.

A pesar de ese episodio, Carlitos fue invitado a comer con la familia Martínez

“Aquella primera vez que concurriera a casa cautivo a todos con su simpatía arrolladora, gastando chistes y chanzas por doquier”, recordaba Isabel.

Y así Carlos empezó a ir a la casa, un poco con simpatía y un poco con juego, porque Carlos era mucho (sic) de que ella llegaba de la calle y el estaba escondió en algún lugar de la casa. Entonces le preguntaba a la madre

--¿No vino Carlos hoy?

“Y el salía de algún lado y la asustaba”

Tras un corto periodo de visitas, el 10 de Enero de 1921 la pareja formalizo su relación”…la diferencia de edad, vale aclarar, que choco un poco, pero no se notaba dicha diferencia, en principio, porque Isabel era una mujer grande, robusta, bastante madura, es decir una mujer en todo sentido de la palabra.

La relación entre Carlos e Isabel Martínez—quien años después adoptó el apellido materno, Del Valle—nunca seria del todo transparente ni oficial; de hecho, muy pocos estuvieron al tanto de ese romance. Isabel años después declara, defendiendo la hipótesis de amor. “Carlos me llevaba 20 años justito (sic) pero yo era ya una mujer en mi figura. Además, ¿qué importan los veinte años de diferencia? Le confieso que nunca repare en esos aspectos. Me enamore perdidamente de Carlos por la figura, por la ternura, por esa manera de ser…..Y se que el me amó mucho también, que fui el único amor de su vida a pesar de todos los amoríos que se le adjudicaron”.

Ha corrido por ahí la leyenda de la incapacidad amorosa de Carlos. Es falsa. Se encargaron de propalarla las mujeres que no pudieron conquistarlo como se conquista a Don Juan. “Gardel-- según los ambiguos recuerdos de Ratti--era, en realidad, “el antidonjuan”. Es decir la anti tesis de héroe mítico quien su incapacidad amorataría y su circunstancia sentimental y pasional le crean una veleidad carnal de tipo femenino. No es hombre de amoríos. En el amor tiene recato, pudor de profunda masculinidad…pero cuando había mujeres, el tallaba solo.”

Carlos e Isabel solían ir a ver boxeo en el Luna Park, donde el cantor se divertía mucho, “pero mas en los burros…aclara Isabel en eso se perdía…Salíamos a pasear y las vísperas de carreras lo primero que hacia era comprar la verde. Y si yo le rezongaba porque a mi no me gustaba ir a Palermo, me contestaba siempre con lo mismo: ¿Qué queres, gorda? Si yo no vengo, no abre Palermo”. Había otro lugar donde Gardel solía llevar a Isabel; juntos iban a la plaza, hecho que recordaba Isabel:” a mi me quería como si fuera una nena, porque íbamos a todos los juegos y entonces le decía a la señora de Razzano: “Mira, ¿no ves que es una nena? Pero con una alegría única”

Pero no todo era color de rosa; pronto comenzaron a correr rumores acerca de que Gardel mantenía otras relaciones aparte de la de Isabel, quien decía: “¿Celos, yo? No nunca. La mujer que ama a un hombre como yo a Carlos nunca puede albergar un sentimiento tan mezquino y tan egoísta como los celos. ¿Sabe cuantas mujeres se adjudicaron amoríos con Gardel? Igual que la cantidad de amigos que comenzaron a aparecer después de la muerte...”

De los romances que se le imputaban a Gardel, había algo de cierto; según versiones de algunos amigos, con quien concurría a un local nocturno. La Pensión de Ritana, donde acompañados por sus guitarras, cantaba y bebían hasta altas hora de la madrugada, hasta Irineo Leguisamo recordaba haber frecuentado con Gardel a la casa que pertenecía a Ritana, donde según Irineo, “se bailaba y se tomaba tupido”. Mimado por las mujeres, Carlos Gardel repartía sonrisas y bromas a las que era muy afecto. Las versiones indicaban que una ligazón sentimental unía a Carlos con Madama Jeanne, motivó a que Isabel decidió ir a visitar a ese personaje para saber que había de cierto. “Sin decirle nada a Gardel me largué hasta el domicilio de la tal Ritana una francesa, que su acento la delataba, por su mezcla entreverado con el castellano-contaba Isabel- Esta mujer me admitió que era a amante de Carlos (…) con la Ritana no paso nada. Le dije que ella era nada mas que una aventura en la vida de Carlos, que a quien él amaba era a mí, de manera poco me importaba…Pero cuando Gardel fue a casa, le exigí que decidiese entre Ritana y yo, que no le iba a tolerar ninguna infidelidad…El admitió que había sido una aventura sin trascendencia, que me quería a mí, me juró como hacia siempre cuando me decía: Vos sabes, gorda, que este grone solo te quiere a vos y nunca te olvidare ni te cambiare por otra.

Con este relato, cerrare parte de un capitulo sobre los amores de Carlitos.