6 de enero de 2020

El organito




El Organito
Hemos conocido un conjunto de grabadores y reproductores que hicieron posible recatar las voces de diversos intérpretes, pero no hablamos del Organito, por eso para cerrar este tema haré una reseña de su construcción y su importancia que tuvo en el quehacer de los porteños, sobre todo.
Este nostálgico instrumento de música, muy popular en varios países  europeos, es presuntamente originario de Italia, desde donde habría llegado a nuestro país a mediados del siglo pasado. Recordemos que en 1872 J. Hernández ponía en boca de su personaje Martin Fierro: “Allí un gringo con un órgano/ y una mona que bailaba/ haciéndonos reír estaba” (El gaucho Martin Fierro, primera parte, III).
El repertorio inicial con que los organitos entretenían las tardes porteñas incluían, polcas, valses, y hasta temas operísticos. Se decía que “los organitos callejeros popularizan y estropean, de paso, las piezas más notables del repertoriao lírico italiano o noruego a gusto del consumidor; son capaces, con sus carraspera filarmónica y sus notas explosivas, de hacer execrar la memoria del mismísimo Barbieri, inventor de ese instrumento, que suministra a domicilio raciones de música más o menos clásica y escogida, y que sirve de improvisada orquesta a tertulias de gentes de medio palo, en las que se baila de todo, hasta el Miserere del Trovador” . dejando  como memoria “Al paso lerdo de un pobre viejo, puebla de notas el arrabal, como un conciero de vidrios rotos, el organito crepuscular. Dándole vueltas a la manija un hombre rengo marcha detrás mientras la dura pata de palo  marca del tango el compás”.

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